lunes

Marosa




Abuelo, abuelito, Medici Eugenio, fue quién construyó y ordenó membrillos y duraznos, que, luego, la rosabuela transformaba en dulce de llamas y flor.
Me acerco a la casa como si aún estuviera y se pudiese entrar.
Veo volar humo, azúcar, sal. Tiendo la mano. En el aire devoro, cocino.
Mi abuelo tejía también las telas de araña con magnífico hilo que salía de él mismo.
Colgado en la tela tejía y tejía.
Y originó un pez con mucho cuerpo, aletas y ojos, que vivía en la tierra.
El pez se llamaba… Su nombre secreto está en mí.
Por algún lugar, lejísimos, viven las almas de los pájaros y demás animales que nos acompañaron.
Estoy sentada. Me peino y peino (están por el suelo las rojas trenzas) como si en ese movimiento pudiera pintar de rosa todos los objetos, abrir las vitrinas.

en La flor de lis, Marosa di Giorgio

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