sábado

Sepultura en Puerto Madryn 15/10/2010



***fotos: Juan Rosell***
Qué buen recital de música pesada: ajustado, conciso, poderoso. Derrick Green es (no parece) un tótem africano de dos metros y monedas con una potencia de voz envidiable; el pelo (no hasta la cintura) sino hasta las rodillas, el micrófono, que lo bate como una maraca con movimientos de boxeo, a veces al ritmo de la doble (triple, cuádruple) masa, está varias veces a punto de ser devorado por una dentadura gigante. Grita, canta, arenga, no sabe castellano, nos emociona. Toca el tambor (no con un par de palillos) sino con dos, tres y su sombra de perfil es una calavera simiesca, primitiva y poderosa. Hace movimientos de boxeo.
Jean Dolabella parece una ballerina escurrida con furia salvaje: a cada decenas de golpes por minuto en su batería, que es tan armatostosa que no le vemos los movimientos de los pies, saltan o, mejor, salen disparadas gotas de sudor con la velocidad de la luz y pienso que debe de bajar un kilo por recital porque no para y es la base de la banda y del sonido poderoso.
Pienso en todas las bandas de heavy o seudo heavy metal de mi ciudad y en las que he visto a lo largo de mi vida recitalera en la zona y claro, cómo van a ser buenos si no tienen ese estilo, esos equipos, esa potencia, esa originalidad, esa dureza, esa profesionalidad, ese satanismo de Sepultura. Me dirán que es una banda con 25 años de historia. Y yo diré si, y muchos que vinieron después les copiaron sin vergüenza.
Pienso en que está buenísimo la noche que viví después de tantos años escuchando los discos de Sepultura y que de repente, por una vuelta tonta del destino, tocan a cuadras de mi casa. Y pienso en los pibitos que aman Sepultura y todo lo que representa para la música pesada y en su conmoción por poder verlos en vivo. A mí también me emociona. No me importa que Sepultura no esté en la cresta de la ola, me importa que sean tan buenos tocando, que muevan a (no un mar) sino un riachuelo negro de gente que hace cuernitos y revolea el pelo y hace sonar las tachas y crujir sus camperas de cuero. Me emociona ver un riacho oscuro de manos alzadas, puños, brazos flaquitos, gordos, peludos, tatuados, curtidos, con muñequeras, con cámaras digitales; que vengan heavys desde todas partes, que acampen, que hagan esfuerzos por estar acá y no perderse esto, que los viejos se metan al pogo de pura alteración y que después les duela todo. Me emociona ver muchos menores (aunque supuestamente no podían ingresar) con sus padres que querían hacerlos partícipes de este show histórico: uno, de unos cinco años, vestido de esqueleto: otro de 12 años, vestido de campera de cuero negra; otras nenas de la mano vestidas de oscuridad de pies a cabeza.
Ah, la música muy bien: desde lo clásico que todos queríamos escuchar hasta un tema nuevo “que todavía no tiene nombre pero sí mucha música, amigosss”.
Me gustaría ir a verlos tocar también hoy o el domingo a Brasil. Sepultura me conmueve como lo hace la buena poesía. Estuve sonreída todo el tiempo.
Derrick Green no parece es por momentos un predicador del infierno, con su cara de dientes terribles y toda su postura gritándonos en distinto idioma, por otros es un dios negro que boxea contra la nada.

4 comentarios:

  1. y todo lo escrito queda corto para lo que fue sepultura.
    y los que decían que sepultura sin max no es sepultura: a tomar por culo.

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  2. Zarpado! Me quedé con las ganas de ir a verlos.

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  3. Para los que fueron y para los que no... un show poderoso.
    Linda crónica Fer.
    Salud y Gracias!!!

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